“Si compartimos seriamente la preocupación de aquellos que expresan su desacuerdo con la globalización, si queremos que la globalización funcione para los cientos de miles para quienes no lo ha hecho, si deseamos que la globalización con rostro humano tenga éxito, entonces debemos levantar nuestras voces. No podemos, ni debemos permanecer indiferentes.”
JOSEPH STIGLITZ
Stigliz invita a realizar una reflexión más concienzuda y/o humanizante de la tendencia de globalización
de los mercados a través de la ratificación del TLC como… (“) uno de los
factores cruciales para sustentar el crecimiento del país encabezado por el
sector privado y competir con éxito en el mercado internacional.” (Banco
Mundial, 1994) que trajo consigo cambios acelerados en los sistemas educativos
de países como Colombia frente a las cambiantes demandas señaladas por la CEPAL
en la década de los setenta en américa latina y el caribe debido a la fuerte
crisis económica del momento y como consecuencia dificultad de
los pagos a la [1]deuda
externa con la banca internacional.
Fueron esas
condiciones de vulnerabilidad económica que organismos internacionales
encabezados por el fondo monetario internacional (FMI) el banco interamericano
de desarrollo (BDI), la organización mundial de comercio (OMC) y el
departamento de tesoro de los estados unidos
lanzan una serie de propuestas bautizadas bajo el Consenso de Washington
donde precisan como única forma de salir
de los aprietos la implementación de diez lineamientos como solución, milagrosa
e inaplazable.
Este
consenso en el mundo de la política, pretende persuadir la reorientación del pensamiento y la práctica del desarrollo de los estados
bajo la premisa, “ El mercado es el
que gobierna y el Gobierno quien administra lo que dicta el mercado” (Estefanía,1998:
26;énfasis original) y como agencia de préstamos
reguladora y proactiva
(Torres, 2002) entra a incidir en el qué y cómo educar a los actores sociales
manteniendo políticas activas de mercado donde plantea nuevas formas en los
sistemas de formación tanto en el sector público como privado orientadas a solicitudes
de la sociedad capitalista oferta-demanda desplazando el sistema tradicional
educativo y de calificaciones para implantar la educación para, la formación
del individuo para el trabajo y la certificación laboral (Gómez 1998:7-38).
En
nuestro país el enfoque desde las competencias laborales, como nueva visión
empresarial parte de la regulación de las destrezas, habilidades, aptitudes y
conocimientos bajo estándares de desempeño y de selección del conocimiento
global […] actúa como conducto para la transmisión a sus clientes de experiencias
y conocimientos mundiales sobre buenas prácticas de desarrollo que los equipen para
diseñar e implantar políticas sociales eficaces y sostenibles (banco mundial,2004:115; énfasis
propio).
Entendiéndose
que las competencias solo forman para el trabajo desde lo técnico sin reflexionar
sobre el componente de formación social y humanístico, la educación a la medida
de las personas, la educación de las capacidades de los ciudadanos para que
puedan conseguir los fines que puedan plantearse como seres autónomos, críticos
y creativos.
Según
Delors (1997)… la educación es entendida por varios autores como un proceso
continuo mediante el cual una persona adquiere unos conocimientos y los utiliza para enfrentar su cotidianidad…
de acuerdo a ello y con lo expuesto hasta aquí, se hace imperante el
repensarnos como sociedad colombiana cultural, con necesidades, intereses,
identidades económicas, geográficas, diferentes y únicas, singularidades
primordiales en el reconocimiento del
estudiante como protagonista en la actuación central de su aprendizaje, con sistemas
efectivos de formación, utilizando la autonomía institucional para reformular
el currículo, más humano, pertinente y social en donde se
incluya la comunidad y se le empodere, en la formación del pensum académico, o malla curricular, con base
sus necesidades, aspiraciones y características de su entorno.
El
currículo deberá entonces aportar al niño o joven competencias para un
aprendizaje significativo, es decir, “desde lo que me significa” “desde lo que
es importante para cada individuo”, de esta manera posiblemente, estará cien
por ciento motivado a aprender y desaprender según le corresponda en cada
circunstancia de su vida. Un currículo de calidad debe motivar al estudiante a
actuar de forma crítica, creativa que le permita utilizar sus conocimientos en
habilidades cívicas, socioemocionales, emprendedoras cargadas de sentido y
significado en la formación para la vida.
El
cambio en el estudiante llegara entonces cuando ese significado se formule en
una perspectiva de deberes, derechos y de derechos solidarios, como sujetos
sociales y en relaciones equilibradas entre individuo-estado
como búsqueda de la conquista de desarrollo del potencial humano.