EL ROBOT DE MIS SUEÑOS
Mi hijo entró al club de ciencias de robótica porque me había dicho un día que
quería ser como Leonardo Da Vencí y así inventar muchas cosas. Me pareció que
la robótica podría ser un buen intento para que aprendiera muchas cosas que los
inventores aprenden, como: Diseñar, planear, experimentar y construir
componentes para hacer realidad sus inventos.
El primer día de clases les pedían a todos los niños que diseñaran el robot de
sus sueños, y que se propusieran construir ese robot ideal durante el curso, de
esa manera podrían entender la manera de fabricar robots. Mi hijo diseñó el
suyo y con un hermoso dibujo lo plasmo en un papel con las siguientes
instrucciones:
Mi robot tendrá:
Unos brazos largos para que me puedan abrazar con fuerza y me haga sentir que
me quiere.
Una boca muy grande para que sonría
Cuando me vea y pueda demostrarme
que es feliz.
Unas piernas largas, largas, para que corra
Rápido y llegue temprano a casa después de
Trabajar.
Le pondré un corazón que palpite muy
Rápido, como late el mío cuando lo veo
Llegar.
Le pondré en la cabeza un dispositivo
Tranquilizador para que no se enoje tanto
Conmigo cuando me porto mal en el colegio
Y me manda una nota el profesor.
Le podré sobre todo, mucha energía
Para que nunca se canse de enseñarme
Ni de jugar conmigo en el parque.
Pero antes que nada, le programaré para que
Sepa que siempre contará conmigo y sepa que
que lo quiero mucho y que nunca lo dejaré solo
.Cuando leí el trabajo entendí lo que me quería decir.
Construyó su robot durante el semestre, no se parecía en nada al que había
diseñado el primer día. Su robot podía moverse, recoger cosas del piso y
trasladarlas a otro sitio, tenía un sencillo mecanismo de control y tres grados
de libertad en su movimiento.
Funcionaba con una mezcla de hidráulica y electrónica.
Y aunque no encontró ninguno de los componentes que se propuso , en mí halló el
robot de sus sueños , y traté de convertirme en ese compañero ideal que siempre
quieren tener los niños para que sus vidas sean más felices.
Estiré mis brazos para poderlo abrazar
Y decirle cuanto lo quiero;
Sonreí con más soltura cuando hacía sus gracias;
Llegué más temprano a casa después del trabajo;
Dejé que sintiera mi corazón palpitar cuando estábamos felices
Me tranquilicé un poco cuando se porto mal y enviaron una nota de queja y
recordé, que así son a veces los niños cuando tienen siete años;
Trate de nunca cansarme al enseñarle y acompañarle en sus tareas;
Traté de tener fuerzas cuando jugábamos horas y horas en el parque
y sobre todo siempre me he encargado de que sepa que lo acompaño y lo quiero
mucho y que nunca lo habré de dejar solo. Ahora creo que hemos construido
juntos el robot de sus sueños.
Javier Torres